Y se me erizó la piel. Lo recuerdo bien porque le mostré mi brazo a quien iba junto a mí, subiendo la rampa que llevaba al auditorio. Ella, una artista reconocida; yo, su fan. Y la música de fondo, que me causó tanta emoción, era de percusión: un grupo de niñas, niños y jóvenes de distintas edades estaban tocando Colombia, tierra querida:
“Cantando, cantando yo viviré, Colombia, tierra querida.”
Me dieron ganas de llorar también, y no por patriotismo, sino más bien porque los coros de niños y niñas me hacen llorar. Siempre.
Siguieron tocando. Entre canción y canción, intercambiaban los puestos y los instrumentos. En cada niño, niña y joven vi disfrute, concentración, satisfacción, orgullo, destreza, y el resultado armónico en cada canción era la prueba de su disciplina. Nos regalaron tres canciones de distintos géneros: cumbia, pop y rap. Había batería, maracas, tambores, timbales, voces, palmas y otros instrumentos que seguro no capté.
Al terminar la sesión, un niño se acercó y me dijo, con toda la espontaneidad de la infancia:
—¿Tú lloraste?
Yo le dije sin dudarlo:
—Sí, y se me erizó la piel.
Él se rió con picardía y se fue corriendo. Yo seguí conociendo al equipo del proyecto Música para la Paz, que hoy funciona en el barrio Las Flores de Barranquilla.

El Proyecto
En esta visita me acompañaron Silvia, la coordinadora del componente psicosocial, y Kevin, quien es el profesional que acompaña a “los pelaos” que participan en el proyecto. Me contaron lo importante que es este apoyo para los niños y las niñas, sobre el tipo de ejercicios que hacen para conocer sus emociones y cómo trabajan en ellas colectivamente. La infancia no es una etapa fácil; esto es cierto para la mayoría de los seres humanos, pero puede ser mucho más difícil cuando el contexto familiar, medioambiental y social es hostil, con carencias emocionales y materiales, y sin alguien a quien acudir para compartir una preocupación, miedo o tristeza.
Children Change Colombia celebra la alegría que la música representa para los niños, las niñas y los jóvenes que participan en Música para la Paz, y nos llena de satisfacción poder contribuir y aportar en lo psicosocial. Fui testigo del entusiasmo de cada niño, niña y joven al tocar un instrumento, de la motivación que sienten al ser dirigidos y de la felicidad que sienten con hacer música juntos. Gracias a quienes nos permiten ser parte de este proyecto ¡Qué viva la música!
Escrito por: Carolina Giraldo | Directora de la Junta Directiva de Children Change Colombia